Néstor Cattaneo nació el 9 de mayo de 1951, un par de días antes de que se llevara a a cabo la primera Asamblea en la Cooperativa Guillermo Lehmann. Casi un mensaje del destino, para una persona que iba a dedicar prácticamente su vida entera a ser tambero, a trabajar en el campo y a relacionarse con el mismo mundo con el que se relaciona la Lehmann.
A los 4 años empezó a hacer tareas rurales, de la mano de su papá. Aprendió a subirse a un caballo para ir a buscar las vacas y conocer muy de cerca esta profesión.
Sus padres, oriundos de Esperanza, se radicaron en un campo a 3 km de Nuevo Torino. Allí estuvo hasta los 28 años, cuando decidió, ya casado con Lidia, su mujer desde hace 47 años, comenzar a manejar tambos por su cuenta.
Empezaron con uno chico, ordeñando a mano, para luego pasar a otro más productivo. Con el paso del tiempo, y ya con máquinas de ordeñar a su cargo, fueron por más, para seguir creciendo.
Luego de dos experiencias con otras empresas, le llegó la oportunidad de manejarle los tambos a Oscar Picco, el actual vicepresidente de la Cooperativa y ex presidente de la misma, donde tuvo 23 años de relación. Néstor había sido convocado por Don Avelino, papá de Oscar, y allí comenzó a construir su destino en esta profesión. "Con la familia Picco hemos criado una linda amistad. Tuve la suerte de conocer mucho de hacienda, y teníamos un vínculo muy estrecho con Don Avelino", comenta.
Su vida como tambero
Néstor siente mucha nostalgia al hablar del pasado. Le brillan los ojos cada vez que cuenta una anécdota o simplemente recuerda lo que hizo hace mucho tiempo, cumpliendo objetivos y cosechando logros dentro de su trabajo. Le dedicó su vida entera a esta profesión y siempre se fue formando para crecer aún más, a pesar de no haber tenido el colegio secundario: "para mí es un gran orgullo ser un tambero. Llegué a ser reconocido en la zona y tuve mis grandes satisfacciones. No tuve estudios, pero siempre estuve sentado en la primera fila cuando hubo una charla. Nunca subestimé a nadie, siempre escuché a todos, porque a mí me enseñaron de chico y tuve la suerte de criarme con gente mayor, a la que adoro, todavía hoy a pesar de mi edad, porque siempre se aprende mucho de ellos. Y eso me ayudó a poder llegar a donde llegué", sostiene.
En tanto, al referirse a esta profesión, dice que "es de mucho sacrificio, como cualquiera. Pero, si vos la amás, no te cuesta. Si uno puede trabajar de algo que le gusta, y encima ganar plata; ¿Qué cosa mejor te puede pasar en la vida?", contempla, recordando todo lo que ha logrado.
Por su parte, Néstor tuvo elogiosas palabras para con la Lehmann, empresa con la que estuvo relacionado alrededor de 23 años, al trabajar para la familia Picco: "siempre tuve relación con gente que estuvo vinculada a la Cooperativa. Cada vez que paso y veo cómo crece, pienso... 'ojalá Dios ilumine a alguien que maneje el país como se maneja la Cooperativa. Creo que todos estaríamos mucho mejor", manifiesta.
En esa misma línea, agregó que "en la vida hay tres códigos que no se deben perder nunca: la educación, el respeto y la responsabilidad. Cuando se pierda uno de esos tres, ya no será lo mismo. Y esto se aplica, de una manera, a esta profesión", explica.
A modo de cierre, Cattaneo rememora cómo fueron sus últimas semanas como tambero:
"tuve la virtud de planificar mi retiro. Sufrí mucho cuando amigos o conocidos tuvieron que dejar el tambo por falta de capacidad, o por no haber hecho las cosas bien. Lo peor que me hubiera pasado en la vida, hubiera sido escuchar a un patrón decirme que no tenía más trabajo. Siempre tuve el pensamiento de que, cuando mi vista diga 'basta' y no conociera más a la vaca, yo iba a preparar mi retiro. Y un poco fue de esta manera", dijo Néstor, recordando que el 21 de noviembre de 2016 le dijo a Oscar Picco que la Navidad del 2017, los Cattaneo iban a pasar las Fiestas en el pueblo, y no en el campo. "Recuerdo que Oscar me dijo que lo lamentaba mucho, pero que a la vez lo entendía. El 30 de noviembre del 2017 dejé la profesión", contó.
Hoy Néstor está jubilado y radicado en Nuevo Torino, junto a su mujer Lidia, con quien lleva casado 47 años. Tiene 4 hijos: Cristian de 46 años, Rodrigo de 43, Guillermo de 41 y Sirene de 36 años.
A pesar de estar jubilado, siempre recuerda el camino que hizo y se dirige con su anotador a todos lados, redactando frases y recordando anécdotas. Mostrando y contando con mucho orgullo la profesión que eligió.